ESCUCHAR… nuestro primer compromiso en el camino Sinodal…

Fr. Benjamín Echeverría

Con el paso del tiempo hay palabras que se ponen de moda. En estos últimos años en el lenguaje de la Iglesia han aparecido con fuerza dos palabras: “sínodo” y “sinodalidad”. Las dos hacen referencia a “recorrer juntos un camino” y la manera de hacerlo.

La sinodalidad es la forma de participar todo el pueblo de Dios y de todos en el pueblo de Dios, cada uno según su condición y función en la vida y la misión de la Iglesia

Las dos forman parte del vocabulario del Papa Francisco y las escucharemos con frecuencia en los próximos años. No son palabras nuevas en la vida de la Iglesia. Todo lo contrario. Forman parte de la más pura tradición. Hace ya varios años, en 2015, con motivo del Sínodo de los obispos el Papa decía que “el camino de la Sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del Tercer Milenio”.

En nuestro mundo se hacen infinidad de consultas de todo tipo para alcanzar los objetivos que se proponen. El Papa quiere implicar a toda la Iglesia en la reflexión sobre lo que el mundo de hoy pide a la Iglesia. Dicha consulta abarca a todo el pueblo de Dios, que lo formamos, los laicos, los sacerdotes y los religiosos. Especial protagonismo han de tener los laicos. De ahí el deseo de escuchar a los fieles a todos los niveles, en la parroquia, en la diócesis, en los distintos movimientos eclesiales, para poder tomar decisiones de gobierno. 

Por eso la escucha es el esencial. “Tener oídos, escuchar, es el primer compromiso. Se trata de escuchar la voz de Dios, de captar su presencia, de interceptar su paso y su soplo de vida”.  Es necesario que los pastores se escuchen entre sí, y no solo: escucharse entre hermanos cristianos, escuchar a los alejados, escuchar a los más débiles y escuchar a los desheredados. 

Hemos oído muchas veces en palabras del Papa Francisco que uno de los males de nuestra Iglesia es el clericalismo, que separa al clero del pueblo. Ahora se nos invita a reorientar la vida de la Iglesia. De esta manera se nos invita a volver sobre las experiencias personales, contar testimonios, no mirarnos a nuestro propio ombligo, escuchar otros puntos de vista, etc. Si somos capaces de implicarnos en este sueño y proyecto eclesial, seguramente que asumiremos un mayor compromiso en el mundo, que seremos capaces de presentar los valores del Evangelio en esos espacios donde se niega la dignidad de las personas, que cuidaremos mejor a las familias y cuidaremos mejor la casa común. Seremos expresión “de una Iglesia, de un Pueblo de Dios en salida”.


Publicaciones Similares

  • Normalidad en Galilea

    Nada más nombrado y añorado hoy que la normalidad. Suspiramos por ella, la recordamos con nostalgia, deseamos su llegada como si estuviéramos en una especie de Adviento, la esperamos como una promesa mesiánica: cuando volvamos a estar en la normalidad, no llevaremos mascarilla, podremos ir y venir a donde queramos, nos reuniremos sin tener en…

  • Una segregación radical

    Seguimos todas y todos tremendamente preocupados por los datos mundiales, regionales y locales que hablan de disminución del crecimiento, inflación, crisis alimentaria e indicios de recesión y estanflación. Una cuestión a tener muy presente en todo esto es el desigual efecto que esto produce en los países avanzados y los demás, así como entre ricos…

  • En vela y con corazón

    Como suele pasar con la mayoría de los relatos evangélicos, las comparaciones puestas en boca de Jesús exceden la realidad y los relatos se vuelven intrigantes y hasta distópicos. Estos relatos del texto de Lucas 12,32-48 son cuanto menos inquietantes y se distancian bastante de lo que podemos suponer que se daba en el entorno…

  • Otro modo de mirar

    El 13 de marzo de 2013, apareció el nuevo Papa, en el balcón de la Plaza San Pedro, y sus primeras palabras señalaron un antes y un después en el modo de ser el líder espiritual de los católicos del mundo. Sus primeras palabras no fueron un saludo protocolar, con el lenguaje formal de las…

  • La certeza de lo inesperado

    Ante las dificultades, desafíos inabordables y problemas difíciles, tendemos a dudar y perder la esperanza. Lo mismo ocurre ante los problemas sociales y los conflictos internacionales. Una parte importante de nuestro desánimo se debe a la narración que hacemos de los hechos en cuestión. Todos y todas tenemos la predisposición a relatar el acontecer, cometiendo…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *