¡También hemos escuchado el silencio! ¡También hemos escuchado la silla vacía!

En la apertura de la Asamblea sinodal continental para Europa, el CARDENAL MARIO GRECH se centró en dos aspectos del camino sinodal vivido hasta ahora: la participación activa del Pueblo de Dios con sus pastores y la escucha.

“Un correcto ejercicio de la sinodalidad nunca pone en competencia a estos dos sujetos, sino que los pone en constante relación , permitiendo que ambos cumplan su función propia. … Ya podemos considerar este dinamismo de comunión fruto de la experiencia sinodal, que disipa no pocos temores iniciales: dar al Pueblo de Dios una participación activa en la vida de la Iglesia en nada desvirtúe el ministerio jerárquico; al contrario, la realza y manifiesta su función indispensable en la vida de la Iglesia”.

 Respecto al segundo aspecto ‘la importancia de escuchar’. Para el Secretario General del Sínodo, escuchar significa “escuchar para oír al Espíritu Santo que habla a la Iglesia. No se puede ni se debe reducir a una frase retórica la afirmación de que “una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha”. Si esto es cierto, siempre debe ser cierto. Para muchos, escuchar corresponde a una pérdida de tiempo inútil, que favorece y hasta justifica a los que en la Iglesia quieren hacer polémicas, permitiéndoles poner un palo en la rueda. Sería extraño, sin embargo, que pretendiéramos madurar un verdadero consenso en un Sínodo sobre la sinodalidad, más aún, sobre la Iglesia sinodal, sin haber practicado plenamente el principio que sostiene y regula el ejercicio de la sinodalidad. En el Documento preparatorio pedíamos escuchar a todos, incluso a los más alejados, tal vez dando por sentada la escucha de quienes participan en la vida de la Iglesia. Llovieron las críticas a esta indicación, como si quisiéramos favorecer a unos a costa de otros. Todos significa todos, nadie excluido.

 … En la consulta pudimos escuchar todas las voces, menos la voz de los que no hablaban, porque no podían o no querían. ¡También escuchamos el silencio! ¡También escuchamos a la silla vacía! Si uno no pudo porque no hemos sabido escuchar, estamos llamados a verificar en qué hemos fallado. Pero si no quiso, debemos entender por qué. La forma más verdadera, que evita los atajos fáciles, es crear ‘lugares’ donde todos puedan hablar; lugares de confrontación, donde todos se sientan escuchados. La verdad en la Iglesia no depende del tono y volumen de las declaraciones, pero sobre el consenso que es capaz de crear precisamente a partir de la escucha mutua. En un tema tan decisivo como el de la ‘Iglesia constitutivamente sinodal’, no debemos tener miedo de confrontarnos: no son nuestros argumentos los que nos convencerán, sino el Espíritu Santo que conduce a la Iglesia a toda la verdad (cf. Jn 16). :13).]

6 de febrero de 2023

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *