Sinodalidad y Misión

“La conversión pastoral que propone la Exhortación Apostólica tiene una dimensión misionera. Los principios que plantea para poner en práctica la “Iglesia en salida” pueden inflexionarse en un sentido sinodal. 

En su pto. 24, EG manifiesta que “La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan“. El sujeto de los cinco verbos es la “comunidad evangelizadora” y se puede aplicar a una comunidad sinodal. 

  • La comunidad sinodal sabe que el Señor ha tomado la iniciativa, la ha precedido en el amor (cf. 1 Jn 4,10), y por eso sabe dar el primer paso, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los alejados e invitar a los excluidos. La Iglesia sinodal tiene un deseo inagotable de ofrecer misericordia. 
  • La Iglesia sinodal sabe “implicarse”. Se sitúa con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, acorta las distancias, se rebaja y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los hombres y mujeres verdaderamente sinodales tienen así “olor a oveja” y éstas escuchan su voz. 
  • La comunidad sinodal está siempre dispuesta a “acompañar” a la humanidad en todos sus procesos. Sabe lo que significa el trabajo duro y la resistencia apostólica. La evangelización implica mucha paciencia y no conoce límites. 
  • La comunidad eclesial, fiel al don de Dios, sabe “dar fruto”, está siempre atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda. Cuida el grano y no pierde la paz por culpa de las malas hierbas. El sembrador encuentra el modo de hacer que la Palabra penetre en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque sean imperfectos o incompletos 
  • La comunidad sinodal siempre sabe “celebrar”. Celebra cada pequeña victoria, cada paso adelante. La sinodalidad alegre se convierte en belleza en la Liturgia. 

Es tan fácil entender la ‘Evangelii gaudium’ a la luz de la sinodalidad, que podemos argumentar que no sólo la Iglesia es sinodal y misionera al mismo tiempo, sino que sólo es misionera si es sinodal, y sinodal si es misionera. Se trata de dos dimensiones constitutivas de la Iglesia, que se mantienen o caen juntas. 

Si se piensa en el escenario de la misión de una Iglesia no sinodal, la evangelización ya no sería obra de la Iglesia, sino de muchos individuos, grupos, movimientos, con sus propios dones, pero sin el mandato de Cristo. El anuncio del Evangelio debe ser una manifestación evidente de la comunión eclesial. Un proyecto misionero sólo puede surgir del proceso sinodal de escucha-discernimiento, que es, además, un ejercicio de discipulado. 

Cardenal Mario Grech

Secretario General del Sínodo de los Obispos

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