La Encarnación, corazón de la Espiritualidad Franciscana

Cómo celebraba Francisco la Navidad

Ocurrió en diciembre de 1123. Francisco se encontraba de nuevo en una ermita en las cercanías de Greccio – un pueblecito del valle de Rieti. De repente, se le ocurrió una idea:

¿Qué pasaría –pensó- si pudiera contemplar con mis propios ojos cuán pequeño y pobre quiso ser Dios?

¿Qué sucedería si pudiera tocar con mis propias manos la miseria en que vino Dios al mundo? Yo quisiera recordar al niño que nació en Belén, las estrecheces que tuvo que vivir, cómo fue reclinado en una pesebrera y mirar con mis propios ojos cómo fue puesto en las pajas del pesebre en medio de buey y el asno. Quisiera inclinarme con todo mi ser sobre la escandalosa pobreza que Jesús asumió en su nacimiento en un pesebre.

Pero Francisco no era un soñador, sentía que tenía que poner manos a la obra. Por eso, un cierto día, invitó a una pareja de campesinos a entrar con él en una cueva; pidió que trajeran un buey y una asno y que preparan un pesebre con paja; pero, ante todo, que viniera mucha gente: invitó a muchas personas, grandes y pequeños, todos los que pudieran acudir. Y entonces Francisco vio cómo Dios se hace pequeño; palpó la miseria de Dios, olió su presencia entre los animales y se inclinó ante el Dios pobre. Entonó luego con todos los presentes la canción del rostro humano de Dios (según 1 Cel 84-87)

Devoción a la Navidad del Señor en San Francisco y en Santa Clara:

¿Cuál es la razón que llevó a Francisco a considerar la Navidad “la fiesta de las fiestas” (2C 199)? Duns Scoto un teólogo franciscano que reflexiona desde la experiencia franciscana parte de la teología de Dios Amor. Dios es amor en tal grado que no se puede pensar en El cómo soledad. Por esto Dios quiere hacerse particularmente presente en un hombre, Jesús de Nazaret.

Dios nos invita a buscarlo entre los pobres, en medio de las creaturas hambrientas y afligidas, entre los seres humanos, y los animales y todo lo que existe. Es esta visión la que lleva a Francisco a pedirle al Emperador y a todos los gobernantes de los pueblos a dictar leyes que reconozcan esta realidad. La fiesta de Navidad constituye el fundamento de la verdadera humanización del hombre.

Clara reflexiona sobre la Encarnación:

“Pues es clarísimo que, por la gracia de Dios, la más noble de sus creaturas, el alma del hombre fiel, es mayor que el cielo: los cielos, con las demás creaturas no puede abarcar a su Creador; pero el alma fiel –solo ella – viene a ser su morada y asiento, y se hace tan sólo en virtud de la caridad, de la que carecen los impíos. Así lo afirma la misma Verdad: “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a Él y habitaremos en El” (Jn 14,23) (3Cta. Cl.4).

Lo que se dio en María en forma biológica e histórica, sigue siendo una posibilidad real en el nivel místico- espiritual para toda persona que realmente se abra a la conciencia de este Dios Totalmente Presente.

Esta fuerte convicción de la centralidad de la Encarnación en el misterio de la fe que se expresa maravillosamente en Navidad lleva a un aspecto central de la espiritualidad franciscana: la fraternidad y la reconciliación con el cosmos.

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