El testamento de Francisco de Asís

En los últimos años de su vida, con una familia franciscana ya enorme, muchos de los frailes ni se conocían unos a otros ni al mismo Francisco. Sus fieles compañeros de los primeros tiempos le pedían insistentemente que les dejase por escrito lo que considerara más importante para ser vivido por sus seguidores.

Al final, casi en los últimos días, Francisco dictó su Testamento, señalando los detalles en diálogo con los hermanos. Es un documento muy bello en que va evocando los primeros tiempos y recordando que fue Dios quien tomó la iniciativa de todos los pasos que dio. Hasta sus primeros hermanos fueron un presente de Dios, y todo lo que ellos vivieron vino siempre de Dios.

Al final, Francisco recomendaba que todos obedeciesen siempre la regla y daba una bendición a todos los hermanos.

Ese documento es todavía hoy una inspiración de vida para todos los seguidores de Francisco.

Ultima voluntad

Unos pocos días antes de morir, Francisco se acordó con mucho cariño de Clara y sus Hermanas, que habían seguido su ideal y vivían una vida muy santa, de extrema pobreza. Quiso mandarles una cartita con su última voluntad.

Clara acogió y guardó con mucha gratitud esa última palabra de Francisco y, más tarde, la colocó dentro de su propia Regla. Las palabras son las siguientes:

«Yo, Fray Francisco, pequeñito, quiero seguir la vida y la pobreza del Altísimo Señor nuestro Jesucristo y de su santísima Madre, y en ella perseverar hasta el fin; les ruego, señoras mías, y les aconsejo que vivan siempre en esa santísima vida y pobreza. Y guárdense bien de apartarse de ella en manera alguna por la enseñanza de quien quiera que sea».

Para él, esa era la voluntad de Dios. El había vivido la pobreza de Jesucristo y de Nuestra Señora hasta el fin. Deseaba ahora que Clara y sus Hermanas pudiesen también ser fieles. Y ellas lo fueron.

Hermana muerte

En los últimos días de su vida, Francisco dejó los mejores ejemplos a sus compañeros. Estaba siempre alegre, casi siempre cantando y, además de rezar mucho, también hacía recomendaciones para que los Hermanos fuesen fieles a su vocación.

Hubo un tiempo en que lo llevaron a la casa del obispo de Asís, Don Guido, para ser mejor cuidado por los médicos. Pero, cuando vio que el fin estaba cerca, pidió ser llevado a la Porciúncula, pues era la casa de los frailes y él tenía mucha devoción a Nuestra Señora de los Ángeles, patrona del lugar.

En el camino, aunque ya no veía, pidió que lo pusieran de cara a la ciudad de Asís para bendecirla.

Todavía quiso hacer una última celebración con los frailes, dividiendo un pan con ellos. El día 3 de octubre de 1226, cantando de alegría, recibió el abrazo de la Hermana Muerte y se fue a encontrar definitivamente con aquel Jesús que había intentado seguir en todos los momentos de su vida. Lo imitó hasta el fin, haciendo la voluntad del Padre.

De acuerdo con su deseo, murió tendido en la tierra. Fue entonces que las multitudes comenzaron a llegar y se dieron cuenta que aquel hombre era extraordinario: tenía las llagas de Cristo crucificado.

Un fraile que vivía lejos y estaba en oración en aquel momento, contó que vio una procesión sin fin caminando en dirección al cielo. Asistió maravillado al paso de la multitud y percibió que todos acompañaban festivamente a su hermano Francisco, que iba muy alegre y elegante, vestido con una ropa roja, de diácono de la iglesia.

En ese momento, alguien le preguntó:

– Hermano, ¿quién es ese que va al cielo?

El respondió:

– Es San Francisco, claro.

La persona dijo todavía:

– Pero parece Jesucristo.

Y el hermano:

– Claro, son lo mismo.

De hecho, quien vive una vida plenamente humana, se transforma en Cristo, y quien se transforma en Jesucristo tiene el cielo dentro de él, porque entra, por la gracia de Dios, en la vida de la Santísima Trinidad.

La canonización

Menos de dos años después, el cardenal Hugolino, amigo de Francisco, y que en ese momento ya era papa y se llamaba Gregorio IX, después de mandar hacer un estudio bien hecho sobre la vida y los milagros de Francisco, fue a Asís para declarar a todos que era un santo.

La fiesta se celebró en la plaza que queda en frente de la iglesia de San Jorge (hoy transformada en la basílica de Santa Clara). Fue ahí que Francisco había aprendido a leer. Ahí comenzó a aprender de memoria los Salmos, que alimentaron toda su vida de oración, hasta el último momento.

Multitudes empezaron a correr a la iglesia de San Jorge, y Francisco hizo muchos milagros. Después de eso, el papa mando construir una enorme basílica (una iglesia más importante) para ser la iglesia de San Francisco. Esta queda al otro lado de la ciudad, encierra la tumba de Francisco y recibe todos los años millares de peregrinos.

La Familia Franciscana a través de los siglos

Pero el mayor monumento de San Francisco de Asís no está en ninguna construcción. Está en la vida de sus hijos e hijas y en la fraternidad que él comenzó. Desde aquel tiempo, los franciscanos y franciscanas son millares en todos los países del mundo y transformaron profundamente la sociedad, presentando un modo alegre y muy simple de vivir el Evangelio.

Los frailes menores, de la primera orden de San Francisco, forman tres grandes grupos, con los nombres de franciscanos, conventuales y capuchinos. Las Hermanas de Santa Clara, que forman la segunda orden, también tienen sus monasterios y diversos grupos por el mundo entero, pero hoy están muy enriquecidas por la presencia de numerosas congregaciones franciscanas femeninas que fueron fundadas desde el siglo XIII hasta el siglo XX.

Esas Hermanas Franciscanas pertenecen a la Tercera Orden Regular, que también cuenta con diversos grupos de Hermanos. Fue una de las grandes ramas por donde creció la primitiva Orden Tercera de los hombres y mujeres laicos y casados, que se quedaban en sus casas.

Pero también este último grupo creció y se convirtió en el más numeroso en todo el mundo, Hoy en día, tiene el nombre de Orden Franciscana Seglar.

Los amigos y seguidores de Francisco de Asís son incontables. Incluso fuera de la Iglesia Católica, tiene muchos admiradores y seguidores.

Redescubierto

Con toda su familia distribuida por el mundo entero desde el siglo XIII, Francisco de Asís fue siempre muy conocido. Pero, al final del siglo XIX y al comienzo del XX, gracias a grandes estudiosos, como Paul Sabatier y otros, fueron descubiertos innumerables documentos nuevos sobre su vida y sus escritos. Hoy en día, tenemos la posibilidad de conocer directamente muchas informaciones que habían estado perdidas a través de los siglos. Y grandes centros de estudios, en el mundo entero, se dedican a Francisco y a su espiritualidad. Francisco de Asís es ciertamente una de las personas acerca de la cual se han publicado más libros y estudios en toda la historia de la humanidad.

Pero sobre todo Francisco sigue siendo un ejemplo de cristiano verdadero y una invitación de Dios a seguir a Jesús con alegría y generosidad.

Fray José Carlos Correa Pedroso

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