Tuve sed…
“… El acceso al agua, especialmente al agua potable, es hoy una cuestión crítica para el presente y el futuro próximo de la familia humana (cf. Encíclica Laudato si’, 27-31). Es una cuestión prioritaria para la vida del planeta y para la paz entre los pueblos. Nos concierne a todos. Sin embargo, en el mundo, especialmente en África, hay poblaciones que sufren más que otras la falta de acceso a este bien primario. Por eso ha llevado a cabo sus proyectos humanitarios en África, en muchos países, en diferentes regiones del continente. Esto es muy bonito. Al igual que es muy bonito que el trabajo se haga siempre con trabajadores locales y en colaboración con los misioneros y las comunidades eclesiales de la zona.

«Tuve sed y me disteis de beber», dice Jesús, y añade: «Todo lo que hicisteis por uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicisteis por mí». (Mt 25:35, 40). Queridos amigos, la sed no duele cuando hay mucha agua para beber. Pero sabemos que si falta, y falta durante mucho tiempo, la sed puede llegar a ser insoportable. La vida en la Tierra depende del agua; nosotros, los humanos, también. ¡Todos necesitamos la hermana agua para vivir!

¿Por qué, entonces, ir a la guerra por conflictos que deberíamos resolver hablando entre nosotros como hombres?
Por qué no unir nuestras fuerzas y recursos para librar juntos las verdaderas batallas de la civilización: la lucha contra el hambre y la sed; la lucha contra las enfermedades y las epidemias; la lucha contra la pobreza y la esclavitud moderna. ¿Por qué?
Ciertas opciones no son neutrales: destinar una gran parte del gasto a las armas significa quitarlo de otra cosa, lo que significa seguir quitándolo a los que carecen de lo necesario. Y esto es un escándalo: el gasto en armas. ¡Cuánto se gasta en armas, terrible! No sé qué porcentaje del PIB, no lo sé, no tengo la cifra exacta, pero un alto porcentaje.
Y se gastan armas en las guerras, no sólo en ésta, que es muy grave, que la estamos viviendo ahora, y la sentimos más porque está más cerca, sino en África, en Oriente Medio, en Asia, las guerras son continuas. Esto es serio.
Tenemos que crear conciencia de que seguir gastando en armas ensucia el alma, ensucia el corazón, ensucia la humanidad. ¿De qué sirve que todos nos comprometamos solemnemente a nivel internacional en campañas contra la pobreza, contra el hambre, contra la degradación del planeta, si luego volvemos a caer en el viejo vicio de la guerra, en la vieja estrategia del poder de los armamentos, que hace retroceder todo y a todos?
Una guerra siempre te hace retroceder, siempre. Caminamos hacia atrás. Tendremos que empezar de nuevo…”
Extracto de las palabras del Papa Francisco en un encuentro con una asociación, 22 de marzo 2022