Paz y Bien

El saludo franciscano de “Paz y Bien” tiene su origen en el descubrimiento y la vocación de enviar a los discípulos, que San Francisco descubrió en el Evangelio y que puso en la Regla de los Frailes Menores – “el camino para recorrer el mundo”. El apóstol Lucas habla en el saludo “La paz sea en esta casa” (Lc. 10,5), y Francisco añade que el saludo debe dirigirse a todas las personas que los hermanos encuentren en el camino: “El Señor os dé la paz”.

“La paz que anuncias con tu boca, debes tenerla en tu corazón. Nadie sea provocado por ti a la ira o al escándalo, sino que todos, por tu mansedumbre, sean llevados a la paz, la bondad y la concordia. Porque eso es lo que hemos sido llamados a hacer: curar a los heridos, revivir a los sacrificados y traer de vuelta a los que están en el error.”

El saludo de la paz tiene como objetivo abrir los corazones a la paz, es decir, a la fuerza espiritual interior: la paz interior de la dicha y la paz proclamada y dirigida a todos constituyen una misma realidad. El bien de la paz – el “Sumo Bien” es la experiencia fundamental de Francisco, el punto de partida de su espiritualidad. Se basa en la vida franciscana como respuesta de amor, configurando al amado para amar. Por tanto, «Bien» es Dios Amor, es caridad.

Dios, el Bien Supremo, llamó a todos a participar de su Ser, no en el sentido de “suma de todos los bienes divinos”, sino a Dios, como “el único bien”. Por eso, la actitud típica de San Francisco es la adoración del éxtasis y la decisión de estar siempre al servicio de este Dios; un servicio que nace de la alegría de la gratitud. Es la actitud que proyecta en Dios la plenitud de uno mismo, la que lleva a la renuncia a todo, incluso a la posesión de Dios. En este “vacío” Francisco descubre la presencia de Dios, solo como un “don”.

«Paz y Bien»: la paz se construye con la caridad

Por tanto, el saludo “Paz y Bien” es un programa de vida, una forma evangélica de vivir el espíritu de las bienaventuranzas. En estas dos ‘pequeñas’ palabras se esconden el dinamismo y la provocación. Saludar a alguien con “Paz y Bien” es lo mismo que decir: el amor de Dios que traigo en mi ser es la misma persona que reconozco en los demás y en el mundo y, por Él, debemos vivir la caridad – el Bien – entre nosotros.

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