Misión en el Barrio Empalme Graneros (Rosario)
Testimonio de Marina Bertolone de Flores
Pertenezco a la comunidad de la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe del barrio Empalme Graneros desde hace muchísimos años, allí tomé mi primera comunión y los demás sacramentos incluso el matrimonio, los bautismos de mis hijos, etc.
Conocí a las hermanas franciscanas desde siempre, recuerdo que antes de tener la Capilla que después se transformó en Vicaría y luego en Parroquia, ellas venían a evangelizar en el barrio y se ocupaban de la misa dominical armando en un galponcito que todos llamamos “gallinero” porque ese había sido su primer fin, traían unos manteles tan blancos para colocar sobre una mesa que hacía las veces de altar y allí se celebraba la misa.
En ese lugar recibí la Comunión junto a unos cuantos niños del barrio.
Recuerdo que las hermanas un día de Navidad vinieron para la misa esperando que el Obispo viniera pero era tal el barro que pensaban que no se podría hacer hasta que llegó. No había contratiempo que las parara.
Luego en el año 1991 las hermanas se establecieron en el barrio en una casita en Pje Pelayo y Gambetta (ahora Ottone, en memoria al primer presidente de la Vecinal) . Desde allí además de sus apostolados en la parroquia, evangelizaban y daban ayuda a los pobres que pasaban siempre se llevaban algo para comer o ropa para abrigarse.
La Hna. Graciela que sabía tantas manualidades, comenzó a dar clases en la Vecinal y tenía muchas señoras que aprendían tejido, cestería china, etc. Cuando se retiró, la extrañaron mucho y todavía la recuerdan con cariño.
Con la hermana Marta, trabajamos mucho en la parroquia con la catequesis, pero además misionando, dejando grutitas por todo el barrio, que todavía están, le decíamos la hermana de las grutas. Con su carácter afable convencía a los comerciantes que le donaran los materiales y a la gente del lugar (donde había muchos albañiles) que levantaran la grutita.
Primero fue la gruta de Nuestra Señora de Itatí, y después, siguieron La Medalla Milagrosa, La Virgen de San Nicolás, y otra de Itati.
En la primera gruta surgió una comunidad que ahora tiene su Capilla que se llama Santiago Apóstol.
También con ella teníamos un grupo de tejido para bebés que se llamó Santa Clara de Asís, lo que tejíamos entregábamos a mamás embarazadas. Siempre recuerdo una mamá que nos dijo: Saben una cosa esta es la primer ropita nueva que tiene mi bebé, lo demás es usado. Nos conmovió porque nosotros no nos dábamos cuenta de la importancia de esos pequeños gestos que hacíamos con amor y dedicación.
No puedo dejar de olvidarme de los pesebres vivientes que hacía en distintos lugares del barrio, con los chicos de la parroquia y de la Escuela San Luis Gonzaga. Un día hasta le prestaron una ovejita para el pesebre, y también un burro (que tenían los gitanos que estaban a unas cuadras de la parroquia, pero como la hermana recorría los encontró y convenció)
Luego la Hna. Nos animó a conocer la Orden Franciscana Seglar y después de dos años comenzamos con un grupo de 8 hermanos la formación para el ingreso a la Orden.
Esto fue en 1994, y todavía la Fraternidad Nuestra Señora de Guadalupe que elegimos llamarla está vigente, con menos hermanos, porque algunos partieron a la Casa del Padre, otros se mudaron y muchos que se acercaron y fueron admitidos y profesaron no perseveraron.
Esto de ser laico franciscano nos cambió la vida a todos y cada vez más deseábamos estar al servicio de la Iglesia y de los hermanos.
Llegamos a implantar un Poste de Paz enfrente de la Vecinal y allí rezábamos todos los jueves el Rosario por la paz. Aún está como testimonio del deseo de paz para todos los hombres.
Con las hermanas a veces compartíamos encuentros en la Escuela y pasábamos un día reflexionando sobre la espiritualidad franciscana.
También nos acompañó mucho la Hna. María del Carmen, que con su alegría nos animaba siempre, hasta el día de hoy estamos en contacto con ella, que realiza tu apostolado en la Fazenda en Deán Funes.
Han pasado muchos años pero es espíritu franciscano sigue vivo.
