Escuela San José (Totoras)


Testimonio de Graciela Bufarini de Pafundi
MI QUERIDO COLEGIO SAN JOSÉ
Un edificio lleno de cultura, educación, cariño, libros, catequesis; una comunidad religiosa francesa con tantas hermanas que dieron todo por este colegio y su alumnado.
En el año 1961 ingresé al internado del colegio, había 150 pupilas, aprendimos mucho, nos enseñaban mucho. En aquel tiempo se corregían los cuadernos, el error estaba marcado en rojo, el alumno aprendía si o si. En la dirección, la hermana Sor Benigna de Jesús Sansierra, siempre acompañada por una cooperadora que respaldaba y daba todo por el progreso del colegio.
La hna. Perpetuo Socorro en el sector de enfermería, ante una gripe nos curaba con un buen par de ventosas. La hna. María del Cielo nos acompañaba en las horas de estudios y también era la encargada de la capilla. En el mes de María cada alumno le llevaba a la virgen una flor, se hacían cantidades de floreros impresionantes. Creo que ahí surgió en mí el amor a las flores y que en mi casa siempre haya un florero con flores frescas, me lo enseño la hna. M. del Cielo. Otra religiosa que nos atendía a todas las internas era la hna. María Ramello, muy buena, muy amiga de las chicas, con un humor impecable. En el horario de las comidas nos atendía la hna. Marta Rezzoagli con su carácter muy fuerte, pero nos enseñó muchos valores, porque en el almuerzo y en la cena nos hacía leer un libro con reglas de urbanidad. A cargo de la cocina, la hna. Felismina, con ella era obligación su sopa, sus guisos de lentejas, sus tortillas, pero después llegaba lo bueno, solía hacer para vender en el kiosco, en los recreos, unas tortas fritas rellenas de dulce de leche que eran un manjar, un poema, jamás las volví a comer.
La hna. Inocencia, ya entrada en años caminaba por los patios, sus palabras eran todos consejos y buenos modales, nos sentábamos en la fuente de agua, en el centro del patio, a charlar largos ratos, era un placer. La hna. Mercedes Pérez, mi maestra de tercer grado, y su hermana de sangre y de comunidad la hna. Bibiana Pérez, nos acompañaban en horas de estudio y en los recreos nocturnos junto a la hna. Cristina Nóvile. Un recuerdo inmenso para la querida Hna. Teresa de Lenarduzzi, directora del colegio en el año 1972, con una visión emprendedora, siempre con ideas de superación edilicias para el colegio, con sus manos mágicas con los pinceles, todo quedó grabado en las paredes del colegio.
Yo llegué al colegio en el año 1961, el colegio tenía de frente un paredón altísimo con un inmenso y negro portón. Después de once años cuando me retiré era todo distinto, todo nuevo, todo reciclado, todo renovado gracias al esmero de las hermanas de la comunidad y de la gran ayuda de la comisión de padres. Siempre admiré en ellas el trabajo por el otro y darlo todo a cambio de nada, solo por amor a Dios. Fui muchos años encargada de prender la caldera en el subsuelo para tener agua caliente para las pupilas hasta que un día, como dije, después de trabajar y trabajar se instalaron termos en todo el colegio. Muchas compañeras pupilas entregaron su vida en el noviciado, María Rosa Penesi, hoy Sor María Rosa; la hna. Isabel Cancián, la hna. Cecilia Scheneider. Todo esto y mucho más lo viví, no me lo contó nadie, en esa manzana inmensa de Las Heras y 25 de Mayo, Saavedra y Pueyrredon. Años más tarde mandé a mis hijas para que allí se eduquen, ya con otras religiosas, hna. María del Carmen, hna. Verónica Hengenreder, hna. Susana, hna. Raquel, la hna. Graciela con su especialidad de repostera. También la hna. Ángela a cargo de la cocina haciendo exquisiteces y manjares, cada una con su encanto personal.
Como directora del Colegio la hna. Margarita (Eveli Damiani), persona inteligente, emprendedora, luchadora, valiente y me atrevería a decir que el colegio actual tiene todas las bases e impronta de esta religiosa. Hoy ya todo cambió, será por designio de Dios que no haya más religiosas en el colegio, pero lo que esas franciscanas iniciaron en el año 1911 aun permanece clavado y plantado en la ciudad de Totoras, provincia de Santa Fe y pertenece a la Congregación DE LAS HERMANAS FRANCISCANAS MISIONERAS DE NUESTRA SEÑORA. FUE MI CASA Y MI HOGAR EN DONDE COSECHE LO MAS VALIOSO QUE JAMAS OLVIDARE.




Testimonio del Sr. Horacio Carnevali
Cada aniversario es importante, es un número pero también son personas que intervinieron en un hecho que hoy se recuerda. Personalmente estoy ubicado, temporalmente, entre dos fechas muy importantes… en diciembre de 2021 cumplí 50 años de haber finalizado 1er grado y en marzo de 2022 será el medio siglo del inicio de 2do grado. Y si a simple vista no se visualizan ni la importancia ni la ventaja de recordar, en mi corazón ambas fechas generan un enorme GRACIAS!, repartido entre la Escuela Nº 788 “Bernardino Rivadavia” de Campo Lassaga, donde cursé el inicio de la primaria, y la Escuela Particular Nº 1053 “San José”, en la cual continué ese ciclo educativo.
GRACIAS!, a Campo Lassaga por las primeras letras y contenidos, y el inicio de la vida social y colectiva, ya que por mi condición de hijo único y habitar la zona rural la sociabilidad no era mi acción más conocida.
Y viene el segundo GRACIAS!, al San José, que me permitió continuar la educación, ahora en el medio urbano, hasta completar la primaria, seguir el secundario, seguir ligado a él aún estudiando en Rosario porque acompañaba a mis padres como cooperadores, ser parte del personal docente con el título de Abogado en mano y desde la comunicación de su representante legal un miércoles de cenizas, compartir con quien me casé, también la docencia allí, y que nuestros hijos cursaran todos los ciclos oficiales.
En diciembre pasado, el día 7, cuando según la libreta de calificaciones marcaba el aniversario de fin de estudio en Campo Lassaga, sentí la necesidad de llegarme y decirle ese GRACIAS! a las paredes, la campana, el escudo oficial de la fachada, y si bien nunca corté el vínculo con ese entorno rural, algo me atraía para volver…
En este marzo venidero, con los 50 años de inicio en el San José además del espacio físico están las personas, las que construyeron, definieron, sostuvieron y siguen estando: Las Hermanas… la Congregación de Hermanas Franciscanas Misioneras de Nuestra Señora. Y otra sería mi historia, y la de por lo menos cinco generaciones de totorenses y de localidades vecinas, sin la decisión de ellas de dejarse iluminar por el Espíritu Santo, y animarse a ser parte de creaciones educativas, en definitiva de oportunidades para el prójimo.
Como no recordarlas con agradecimiento, si todas aportaron lo que Dios veía como necesidades nuestras: algunas más visibles que otras, pero todas con enorme voluntad de servicio… si hasta la propia vida ofrendaron por la salud de lo que era su comunidad, como el caso de nuestras Mártires Guillermina y María Javier. Por eso, gracias Hermanas por la generosa dedicación, desde el aula, la cocina, la oración silenciosa o la tarea administrativa, por los ladrillos nuevos y los testimonios de 110 años EDUCANDO PARA LA VIDA, y porque aún sin presencia física constante, con las decisiones humanas necesarias para la mística, siguen estando en cada realización, en cada promoción, en cada hecho que marca la presencia del SAN JOSÉ en Totoras.
Por todo GRACIAS!, y lo tengo que hablar, lo tengo que gritar. Ay de mí si no lo hago, si tu voz me quema dentro!





































